ACTIVITATS - Visites guiades a la frontera de Portbou. Un viatge a la història de Benjamin i Portbou, en l'escenari simbòlic d'una geografia que es constitueix en memòria viva / ACTIVITIES - Guided tours of the border Portbou. A trip to the history of Benjamin and Portbou on stage a symbolic geography that is living memory / AKTIVITÄTEN - Führungen durch die border Portbou. Ein Ausflug in dieGeschichte von Benjamin und Portbou auf der Bühne eine symbolische Geographie, die in lebendiger Erinnerung ist / ACTIVIDADES - Visitas guiadas a la frontera de Portbou. Un viaje a la historia de Benjamin y Portbou, en el escenario simbólico de una geografía que se constituye en memoria viva

diumenge, 25 de gener del 2015

Auschwitz 1945 - 2015

Auschwitz  27 de enero de 1945-2015.

 
En Auschwitz han muerto un millón de judíos. Los presos llegan en tren hasta el interior del campo. La mayoría ha pasado dos días o más de viaje, dentro de un vagón repleto de gente, sin comer ni beber, durante todo el trayecto. Los prisioneros descienden del tren y se colocan en la explanada, que queda situada entre las vías. Los vigilantes los dividen en dos grupos para clasificarlos. Los que sirven para trabajar son enviados a los barracones. Los presos que no pueden trabajar son enviados directamente al crematorio.

A medida que el número de prisioneros aumenta y los barracones no pueden acoger más, los hacen pasar a una sala. Con la excusa de ducharse los hacen desnudar, los amontonan en la cámara de gas y los gasean, con una sustancia llamada Zyklon B, que introducen por las escotillas. El Zyklon B es un gas utilizado para evitar plagas de insectos.

El 27 de abril de 1940 el comandante jefe de las SS. Heinrich Himmler, da la orden de construir el campo de concentración de Auschwitz. El 14 de junio, llegan los primeros prisioneros: 728 poloneses. El 2 de setiembre de 1941 empiezan los primeros asesinatos masivos, utilizando el gas Zyklon B. En octubre se amplía el campo: Auschwitz II- Birkenau. El 22 de marzo de 1942 se ponen en funcionamiento los 4 hornos crematorios, con cámaras de gas, del campo de Auschwitz II – Birkenau. El 26 de enero de 1945  los alemanes destruyen las cámaras de gas. El 27 de enero el ejército soviético consigue liberar los últimos 7000 presos que quedan en el campo.

En Auchwitz, del millón cien mil judíos prisioneros, sobreviven cien mil. De los 7000 prisioneros liberados, 4500, están en tal estado de postración que tienen que pasar entre tres y cuatro meses, en los hospitales de campaña instalados en el mismo campo. Están tan esqueléticos que se les tiene que racionar la vuelta a la alimentación normal. Al principio sólo pueden tomar una cucharada de sopa de patata tres veces al día.

Los supervivientes tienen que reconstruir sus vidas, traumatizados, con secuelas físicas y psíquicas y algunos con sentimientos de culpa, por haber sobrevivido. Durante un largo tiempo no quieren contar nada, convencidos de que nadie les va a creer.

Viktor Frankl tiene la oportunidad de escoger entre continuar su carrera de neurólogo y psiquiatra en Estados Unidos o permanecer junto a sus padres, aún a costa del riesgo que esto supone.

Frankl y toda su familia son detenidos y enviados a un campo de concentración. Sus padres, su mujer y su familia mueren en el campo. A Frankl  en Auschwitz le espera un infierno.

Pueden hacer con él lo que quieran, pueden incluso quitarle la vida, pero lo que no podrán nunca es quitarle la dignidad de su libertad última. Su identidad siempre quedará a salvo. “El hombre está dispuesto a vivir a condición de que su sufrimiento tenga un sentido”.

Hay dos ideas que el hombre maneja para alejarse, no sólo de su dolor, sino también del dolor del mundo. Nos lo dice el bolero: la distancia es el olvido y también un refrán popular: el tiempo todo lo cura. Pero estas dos opciones legítimas, no nos conducen a ninguna verdad, mientras no respondamos a  la pregunta, que Walter Benjamin se formula y nos formula, también, a nosotros: ¿Para qué sirve el dolor del mundo?

Este dolor que tan menudo negamos y silenciamos. Este dolor que olvidamos sin haberle dado ningún sentido. Minimizamos lo que no sabemos, lo que no conocemos y lo que olvidamos. Tahúres de la memoria, apostantes truculentos de la historia; acomodados en nuestras pequeñas posesiones, empezamos a olvidar el día que nos negamos a responder a Benjamin. ¿De qué sirve el dolor y el sufrimiento? ¿De qué sirve que haya seres humanos que sufran, mientras nosotros nos quejamos de nuestras pequeñas dificultades? El mundo es muy grande y nosotros, en la auto satisfacción de nuestra falsa grandeza, somos muy pequeños. Tanto que vivimos condenados a repetir una y cien veces nuestra historia.




Mientras no nos reconozcamos en el dolor de los demás y actuemos en consonancia, viviremos condenados a buscar un sentido real, justo y honesto a nuestra miserable existencia, sostenidos por los millones de seres anónimos que mueren por nosotros.  

Por voluntad del Reichsführer de las SS, Auschwitz se convirtió en la mayor instalación de exterminio de seres humanos de todos los tiempos. Que fuera necesario o no ese exterminio en masa de los judíos, a mí no me correspondía ponerlo en tela de juicio, quedaba fuera de mis atribuciones. Si el mismísimo Führer había ordenado la solución final del problema judío, no correspondía a un nacionalsocialista de toda la vida como yo, y mucho menos a un Führer de las SS, ponerlo en duda.

Rudolf Höß , Comandante del campo de Auschwitz, 1940-1943.