"Enfermedad
autoinmune"
Presentación.-
A corto
plazo la medicina hará un viraje, y pasará de un modelo basado en la
tecno-ciencia a uno, donde la presencia y la implicación de la persona será
fundamental para mejorar el curso de su enfermedad. Este modelo, basado en la
persona, conllevará un trabajo de igual a igual, entre el enfermo y su
terapeuta.
En el
fondo, ante cualquier proceso que remueve nuestra integridad, elaboramos una
explicación - una respuesta- propia. Una explicación que no suele encontrar un
canal de expresión en la medicina clínica; y no obstante en esta información se
condensa la individualidad de la enfermedad.
Esta
apropiación integra la emoción -el motivo o la causa-dominante- y por lo tanto
hace que deje de ser desconocida, extraña o impropia e inicia la búsqueda del -
su - nombre. Es aquí donde se empieza a construir la inmunidad.
La
enfermedad.
Una
enfermedad es una alteración, una dificultad, un conflicto o una agresión que
se expresa en un individuo único. Un proceso multifactorial que conforma una
respuesta personal.
En toda
enfermedad hay que distinguir dos elementos:
El
elemento desencadenante necesario, pero no suficiente: un agente físico,
biológico, químico, ambiental, genético.
El
elemento humano y la respuesta que articula.
La medicina
pone el énfasis en el elemento desencadenante, considerando que es lo único que
importa; estableciendo una relación lineal: causa / efecto, de forma ajena al
individuo. La anulación sistemática de
la persona es un mecanismo que incrementa el poder de la enfermedad y menoscaba
la inmunidad. En realidad la medicina aleja la enfermedad de la persona y los
acaba convirtiendo en dos extraños.
Los
mecanismos de defensa son:
• Innatos,
y por tanto presentes desde el nacimiento, transmitidos por la herencia y no
dependiendo de los antígenos.
•
Adquiridos. Aprendidos a partir de la experiencia. Del ensayo y el error y por
tanto de lo que incorporamos
La
enfermedad autoinmune.-
Para la
medicina convencional las "enfermedades autoinmunes" son procesos
patológicos en los que el sistema inmunitario ataca a "componentes
normales del propio individuo". Un concepto complejo "el de normalidad"
(en el que no voy a entrar, como tampoco voy a entrar a valorar un segundo
elemento: el de la respuesta ineficaz del sistema inmunitario ante determinadas
agresiones).
Más del 20%
de la población padece alguna de estas enfermedades, y este porcentaje es aún
más elevado, si se confirman algunas hipótesis que postulan que enfermedades
como la arterio-esclerosis y algunos trastornos psiquiátricos tienen también
una base autoinmune.
La
enfermedad autoinmune es heterogénea; puede afectar a un órgano específico -
Diabetes Mellitus I, la tiroiditis de Hashimoto- como afectar de manera
sistémica. - Lupus eritematoso Sistémico-.
Aunque
estas enfermedades se diagnostican más en los países desarrollados, su
distribución es mundial. Las diferencias en el diagnóstico se deben a la
capacidad del sistema para detectarlas.
LA
IMMUNIDAD.-
Desde un
punto de vista etimológico estar inmune significa estar libre de cargas, de
deudas, de rémoras. Simbólicamente la persona inmune es aquella que fortalece
el poder de su libertad, en la medida que no está condicionada de manera - no
sé si decirlo determinante, y utilizo expresamente este concepto para poner de
manifiesto que en el fondo la curación de una enfermedad es liberarse de lo que
nos determina. Contrapongo la idea de una libertad responsable, que asume la
consecuencia de sus actos, y por lo tanto esencialmente saludable, con un
determinismo que rebaja nuestra responsabilidad y que nos mantiene en un estado
de dependencia y enfermar.
La
enfermedad crónica es el paradigma, en la medida en que hablamos de un estado
en el que el enfermo permanece para siempre: la persona ni se cura ni se muere.
La función primordial de la enfermedad, como proyección hacia un orden nuevo, y
por tanto de superación de un tiempo pasado, no se produce; se queda anclado en
el pasado, en el mal, sin posibilidad de reparar, de perdonar, de sanar o
curar.
Si la
inmunidad es una -la- respuesta es evidente que hay una elección -nosotros
elegimos la respuesta o de lo contrario la respuesta nos elige a nosotros, y
entonces es la enfermedad la que nos identifica. Esta elección puede ser hecha
desde un automatismo, y estar más o menos condicionada. Por tanto planteo una
primera cuestión: "desde donde doy la respuesta". Pregunta que nos
obliga a hacer un ejercicio de auto-conocimiento: quién soy -y quién no soy
-.... La revisión de la respuesta, el grado de conciencia y la disposición a
integrar las partes que me constituyen, determina la fortaleza de mi inmunidad
y por lo tanto su funcionamiento y me hacen más o menos tolerante.
El sistema
inmunitario
Un
organismo vivo tiene la capacidad de interactuar, de manera coordinada y
precisa, cuando percibe una amenaza para su integridad. Esta amenaza puede
tener formas diferentes: parásitos, microbios, virus. Alteraciones y lesiones
orgánicas. Procesos tumorales, puede ser real o imaginaria.
Entonces el
proceso de reacción tiene las siguientes fases:
•
Reconocimiento.
•
Procesamiento.
•
Respuesta.
El
Reconocimiento es la capacidad de distinguir, porque diferenciamos de forma
selectiva lo mío y conocido, de lo que no lo es y por lo tanto me resulta -
decimos que se me hace- extraño. En el proceso hay una comparación entre lo que
identifico como propio y lo que interpreto como una amenaza. Durante tiempo
esta amenaza ha sido "biológica": la agresión de un agente vivo y el
sistema inmune se ha entrenado para hacer frente a esta forma de agresión. Este
procesamiento se basa en la memoria. El antígeno es el extraño, el agresor, y
representa, en un orden de valores, el mal. La identificación del extraño con
el mal conlleva una reacción de defensa. El umbral de la respuesta lo marca el
grado de tolerancia. (1)
(1) Hasta
donde estoy dispuesto a soportar, el ejemplo es Job, que no piensa que sea
castigado si no puesto a prueba.
"Enfermedades
autoinmunes: algunas consideraciones"
En su
conjunto las enfermedades autoinmunes afectan tres veces más a las mujeres que
a los hombres. Algunas enfermedades, como el Lupus Eritematoso Sistémico,
tienen todavía una mayor incidencia -9 mujeres por cada hombre-.
En el Lupus
hay unos grupos étnicos: los afroamericanos, hispanos, asiáticos e indígenas
estadounidenses, en los que las mujeres tienen de dos a tres veces más
probabilidades de desarrollar la enfermedad que sus homónimas caucásicas.
A pesar de
esta diferencia, tan evidente, -o puede ser por ello- estas enfermedades se han
estudiado de forma dispersa. Conseguir un diagnóstico resulta difícil y las
personas afectadas afrontan problemas y retrasos importantes en el diagnóstico
de su enfermedad. El hecho de que la enfermedad aparezca en la edad fértil
contribuye a retrasar el diagnóstico. A menudo los síntomas que presentan no se
toman en serio, y se interpretan como trastornos relacionados con cambios y
modificaciones hormonales. El diagnóstico correcto puede tardar años. Detrás de
esta sintomatología se pone la etiqueta de "enfermas quejosas". La
medicina es esencialmente paternalista y tiene un patrón de comportamiento
marcadamente masculino.
La
desigualdad entre hombres y mujeres no es excepcional en medicina. De hecho a
las mujeres se les ha tratado mayoritariamente los procesos fisiológicos y se
han despreciado los patológicos.
La pregunta
que hay que formularse, en relación a las enfermedades autoinmunes, es: ¿Por
qué las mujeres?
Una
pregunta que la ciencia no se plantea y por la que no hay una respuesta
concreta. Y en cambio en la misma pregunta está implícita una parte de la
respuesta: "la enfermedad autoinmune es predominantemente una enfermedad
de género", o incluso se puede decir que es una enfermedad de la feminidad,
o sea de la parte más sensible, delicada y hermosa de los seres humanos, y como
tal ligada a las atribuciones propias de la feminidad. Una feminidad a la que
no le resulta fácil poder expresar su identidad y encontrar su reconocimiento.
La
enfermedad autoinmune está unida al dolor, al sufrimiento, al sacrificio, a la
dureza, a la soledad, a la generosidad, el altruismo y el silencio, en un
contexto único, como es la maternidad: el cuidado del hijo y por tanto de lo
que es delicado, frágil, sensible y extraordinariamente bello, muy por encima
de la propia auto-cuidado. Simbólicamente hacer nacer el nuevo es una actividad
difícil, vanguardista, que choca con un conservadurismo que no tiene ninguna
intención de permitirlo. Pero la enfermedad autoinmune es también una expresión
del miedo, la opresión, la desconfianza y la intolerancia que conlleva la
injusticia y la desigualdad en la que las mujeres, y la feminidad en general,
están sometidas.
Hace dos
millones y medio de años un antepasado nuestro se puso de pie. Los hombres se
abocó a la externalización, las mujeres en la interiorización. La vida nos
reclamaba en la unión, en la reunión, en la integración de las partes
separadas, alejadas, desconocidas y extrañas. Pero esta reunificación no se
realizó, el mundo se dividió y el poder legislativo, económico y político quedó
en manos de los hombres.
¿Por qué
matamos lo que es nuestro?
¿Por qué
unos anticuerpos, que han sido seleccionados, atacan un órgano o un tejido de
su propio organismo? ¿Por qué motivo se pierde la capacidad de distinguir entre
lo propio y lo extraño?
¿Por qué
matamos lo nuestro? Porque nos queremos desembarazar sin tener que rendir
cuentas, porque ya no nos reconocemos, porque queremos matar lo que significa y
por tanto el que evidencia de nosotros. Porque no soportamos lo que nos está
diciendo. Tomados de un furor, de una alienación y de una violencia inconmensurable,
matamos aquello de nosotros que no nos gusta, que no somos capaces de integrar;
lo que no toleramos. Nos deshacen de lo que nos molesta, lo que nos cuestiona y
lo hacemos para evitarnos el conflicto moral que nos obliga a tomar decisiones
difíciles. Silenciamos "al enemigo", sin escuchar su mensaje. Nos
negamos el diálogo.
Hay una
obra de Albert Camus, el "Malentendido", que habla de lo absurdo,
como una variante del existencialismo y en la que la búsqueda de un sentido a
la vida está condenada al fracaso.
La obra
cuenta la historia de un hombre que vuelve a casa, después de veinte años. Lo
hace de manera anónima, escondiendo su identidad, con la ilusión de sorprender
su familia. La madre y la hermana regentan un hostal y se dedican a robar y
asesinar a sus huéspedes, bajo la presencia silenciosa de un viejo criado. A
partir de la no identificación del hijo surge el malentendido. Este hijo, no
reconocido, como propio, que llega cargado de buenas intenciones, es asesinado.
Marta mata a su hermano y asume la naturaleza de su auto sin sentir ninguna
culpa,
Tal vez la
enfermedad autoinmune sea un malentendido. Un absurdo en el que nuestra
naturaleza moral tiende a desvincularse del dolor, proyectando el mal en el
otro: "haciéndolo extraño". Pero este extraño, también soy yo; me
pertenece y el no reconocimiento conlleva una mutilación, una partición que me
reporta al origen del dolor: la separación y el abandono de mi Dios -mi
abandono- simbolizado en la expulsión del paraíso.
La negación
–el no afrontar- del mal, y por tanto de este absurdo existencial que nos
resulta, no sólo inexplicable, sino insoportable, es un intento de apaciguar y
anular el dolor. Un dolor ancestral y universal, que nos debería hacer crecer,
que nos debería hacer más libres y responsables, pero que en cambio nos genera
miedo, culpa y castigo, y la respuesta a estas tres emociones es la
construcción de un ser amoral no muy diferente de Marta.
Pero el
malentendido contiene más información de la que se suele contemplar a simple
vista:
• Bajo la
apariencia de la bondad se falsea y oculta la -identidad- verdad-.
• Negándose
a seguir el consejo de su mujer, pretende hacer el bien, desde la extrañeza.
(Desde la anomalía).
• Hay una
voluntad de violentar el orden establecido. Una entropía desorganizadora que
resulta difícil de asimilar, que se identifica con el regreso victorioso del
ausente. (Desgraciadamente idealizado tantas veces: el héroe, el príncipe...).
"Conceptualmente expresa la idea de enfermedad".
• La
perversidad del crimen no radica sólo en el acto de matar, sino en el nihilismo
moral que la rodea y que imposibilita la asunción de una responsabilidad
propia.
• En el
silencio de Marta se añade el silencio del criado, cuando a la petición de
ayuda por parte de María responde: No. Uno no que ilustra el silencio del mundo.
• En este
juego de espejos que representa la vida, a menudo lo que es extraño y lo que es
propio intercambian sus roles.
Camus nos
prepara para la venida de Eichman, y de todos los "Eichman", que
defienden que la barbaridad es no cumplir las órdenes recibidas, e inaugura la
filosofía amoral de la vida; una forma de renunciar a la responsabilidad, a la
culpa y al castigo. En una sociedad donde los individuos son permanentemente
exculpados, la medicina deviene un elemento clave. Nos resulta más fácil tomar
y acabó con la vida del otro, del extraño, del diferente, del opuesto... de lo
que nos incomoda o nos molesta, que dialogar. Es el eterno diálogo pendiente
entre Caín y Abel.
La
inmunidad en el siglo XXI
Hoy el
sistema inmunitario no tiene que hacer frente únicamente a las agresiones
biológicas, medibles en un espacio y tiempo concreto. La biología y el medio
natural están cada vez más influidos y condicionados por el medio social. La
"globalización" es imperial, impone modelos de comportamiento uniformes
y homogéneas. La crisis crea una híper-reactividad inmediata, frente a enemigos
invisibles. Cualquier estímulo desencadena una respuesta ultra defensiva y
ultra agresiva. El incremento de la incidencia de enfermedad autoinmune recoge
la sobre respuesta que se produce, en una sociedad con una baja capacidad de
tolerancia, y en la que la Inteligencia claudica ante la subjetividad, no es un
valor en alza. El estado es el administrador único de nuestra protección y
seguridad.
La tolerancia.-
La tolerancia,
en inmunidad, es la falta de respuesta del sistema inmune frente a un antígeno
específico.
El sistema
inmune no genera una respuesta, porque interpreta que ese antígeno no resultará
perjudicial, o al menos no pondrá el organismo en un peligro grave. Adopta una
especie de actitud expectante y contemplativa. La auto-tolerancia se produce
cuando no hay reacción del sistema inmunitario ante antígenos del propio
organismo y por lo tanto hay un reconocimiento de lo propio.
La
respuesta inmunológica.-
La
función primordial del Sistema Inmunológico (SI) es el reconocimiento y
mantenimiento de la integridad biológica del organismo como unidad y su defensa
frente a las agresiones en forma de patógenos y toxinas.
La génesis
de una respuesta inmunológica eficiente frente a antígenos extraños debe
acompañarse de una regulación de la activación inmunológica para prevenir daños
colaterales. La actividad reguladora evita tanto una respuesta inmunológica
frente a antígenos propios, como una respuesta exagerada a patógenos y por lo
tanto mantiene un cierto grado de tolerancia. El equilibrio se basa en el
reconocimiento del antígeno extraño junto con la tolerancia ante lo que es
propio. La frontera que separa lo que es propio del que no lo es no siempre
-afortunadamente- es clara y nítida. Nosotros nos deleitamos -más que por las
elecciones- por las respuestas fáciles. Pero la respuesta fácil es la que debe
escoger sólo entre dos opciones? O más bien es la que nos permite escoger entre
y en la diversidad? La dificultad nos hace más libres e indudablemente más
sanos: o sea más íntegros.
¿Qué me es
propio?
Los seres
vivos se relacionan compitiendo y cooperando. Tanto una como la otra superan la
individualidad, pero así como el objetivo de competir es imponerse -al extraño-
el de la cooperación busca el bien común.
La
homeostasis del SI debe mantener un estado de equilibrio en un entorno que está
continuamente cambiando. Para ello actúa de manera coordinada con el sistema
psico-neurológico y endocrino. Si el cerebro expresa la esencia de la identidad
personal, el si le corresponde mantener la integridad orgánica y su
interrelación con el medio, a través de un diálogo a tres bandas entre el
sistema neurológico, endocrino e inmune. El SI, conjuntamente con el
psico-neuro-endocrino forma una unidad funcional que actúa dando respuesta a
los requerimientos internos y externos del entorno, las influencias
psico-neuro-endocrinas son determinantes en la respuesta inmunológica y en la
configuración de una identidad propia.
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