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dimarts, 16 d’agost del 2016

La enfermedad autoinmune



"Enfermedad autoinmune"


 
Presentación.-

A corto plazo la medicina hará un viraje, y pasará de un modelo basado en la tecno-ciencia a uno, donde la presencia y la implicación de la persona será fundamental para mejorar el curso de su enfermedad. Este modelo, basado en la persona, conllevará un trabajo de igual a igual, entre el enfermo y su terapeuta.

En el fondo, ante cualquier proceso que remueve nuestra integridad, elaboramos una explicación - una respuesta- propia. Una explicación que no suele encontrar un canal de expresión en la medicina clínica; y no obstante en esta información se condensa la individualidad de la enfermedad.

Esta apropiación integra la emoción -el motivo o la causa-dominante- y por lo tanto hace que deje de ser desconocida, extraña o impropia e inicia la búsqueda del - su - nombre. Es aquí donde se empieza a construir la inmunidad.

La enfermedad.

Una enfermedad es una alteración, una dificultad, un conflicto o una agresión que se expresa en un individuo único. Un proceso multifactorial que conforma una respuesta personal.

En toda enfermedad hay que distinguir dos elementos:

 El elemento desencadenante necesario, pero no suficiente: un agente físico, biológico, químico, ambiental, genético.

 El elemento humano y la respuesta que articula.

La medicina pone el énfasis en el elemento desencadenante, considerando que es lo único que importa; estableciendo una relación lineal: causa / efecto, de forma ajena al individuo. La anulación  sistemática de la persona es un mecanismo que incrementa el poder de la enfermedad y menoscaba la inmunidad. En realidad la medicina aleja la enfermedad de la persona y los acaba convirtiendo en dos extraños.

Los mecanismos de defensa son:

• Innatos, y por tanto presentes desde el nacimiento, transmitidos por la herencia y no dependiendo de los antígenos.

• Adquiridos. Aprendidos a partir de la experiencia. Del ensayo y el error y por tanto de lo que incorporamos

La enfermedad autoinmune.-

Para la medicina convencional las "enfermedades autoinmunes" son procesos patológicos en los que el sistema inmunitario ataca a "componentes normales del propio individuo". Un concepto complejo "el de normalidad" (en el que no voy a entrar, como tampoco voy a entrar a valorar un segundo elemento: el de la respuesta ineficaz del sistema inmunitario ante determinadas agresiones).

Más del 20% de la población padece alguna de estas enfermedades, y este porcentaje es aún más elevado, si se confirman algunas hipótesis que postulan que enfermedades como la arterio-esclerosis y algunos trastornos psiquiátricos tienen también una base autoinmune.

La enfermedad autoinmune es heterogénea; puede afectar a un órgano específico - Diabetes Mellitus I, la tiroiditis de Hashimoto- como afectar de manera sistémica. - Lupus eritematoso Sistémico-.

Aunque estas enfermedades se diagnostican más en los países desarrollados, su distribución es mundial. Las diferencias en el diagnóstico se deben a la capacidad del sistema para detectarlas.

LA IMMUNIDAD.-

Desde un punto de vista etimológico estar inmune significa estar libre de cargas, de deudas, de rémoras. Simbólicamente la persona inmune es aquella que fortalece el poder de su libertad, en la medida que no está condicionada de manera - no sé si decirlo determinante, y utilizo expresamente este concepto para poner de manifiesto que en el fondo la curación de una enfermedad es liberarse de lo que nos determina. Contrapongo la idea de una libertad responsable, que asume la consecuencia de sus actos, y por lo tanto esencialmente saludable, con un determinismo que rebaja nuestra responsabilidad y que nos mantiene en un estado de dependencia y enfermar.

La enfermedad crónica es el paradigma, en la medida en que hablamos de un estado en el que el enfermo permanece para siempre: la persona ni se cura ni se muere. La función primordial de la enfermedad, como proyección hacia un orden nuevo, y por tanto de superación de un tiempo pasado, no se produce; se queda anclado en el pasado, en el mal, sin posibilidad de reparar, de perdonar, de sanar o curar.

Si la inmunidad es una -la- respuesta es evidente que hay una elección -nosotros elegimos la respuesta o de lo contrario la respuesta nos elige a nosotros, y entonces es la enfermedad la que nos identifica. Esta elección puede ser hecha desde un automatismo, y estar más o menos condicionada. Por tanto planteo una primera cuestión: "desde donde doy la respuesta". Pregunta que nos obliga a hacer un ejercicio de auto-conocimiento: quién soy -y quién no soy -.... La revisión de la respuesta, el grado de conciencia y la disposición a integrar las partes que me constituyen, determina la fortaleza de mi inmunidad y por lo tanto su funcionamiento y me hacen más o menos tolerante.

El sistema inmunitario

Un organismo vivo tiene la capacidad de interactuar, de manera coordinada y precisa, cuando percibe una amenaza para su integridad. Esta amenaza puede tener formas diferentes: parásitos, microbios, virus. Alteraciones y lesiones orgánicas. Procesos tumorales, puede ser real o imaginaria.
Entonces el proceso de reacción tiene las siguientes fases:

• Reconocimiento.
• Procesamiento.
• Respuesta.

El Reconocimiento es la capacidad de distinguir, porque diferenciamos de forma selectiva lo mío y conocido, de lo que no lo es y por lo tanto me resulta - decimos que se me hace- extraño. En el proceso hay una comparación entre lo que identifico como propio y lo que interpreto como una amenaza. Durante tiempo esta amenaza ha sido "biológica": la agresión de un agente vivo y el sistema inmune se ha entrenado para hacer frente a esta forma de agresión. Este procesamiento se basa en la memoria. El antígeno es el extraño, el agresor, y representa, en un orden de valores, el mal. La identificación del extraño con el mal conlleva una reacción de defensa. El umbral de la respuesta lo marca el grado de tolerancia. (1)

(1) Hasta donde estoy dispuesto a soportar, el ejemplo es Job, que no piensa que sea castigado si no puesto a prueba.

"Enfermedades autoinmunes: algunas consideraciones"

En su conjunto las enfermedades autoinmunes afectan tres veces más a las mujeres que a los hombres. Algunas enfermedades, como el Lupus Eritematoso Sistémico, tienen todavía una mayor incidencia -9 mujeres por cada hombre-.

En el Lupus hay unos grupos étnicos: los afroamericanos, hispanos, asiáticos e indígenas estadounidenses, en los que las mujeres tienen de dos a tres veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad que sus homónimas caucásicas.

A pesar de esta diferencia, tan evidente, -o puede ser por ello- estas enfermedades se han estudiado de forma dispersa. Conseguir un diagnóstico resulta difícil y las personas afectadas afrontan problemas y retrasos importantes en el diagnóstico de su enfermedad. El hecho de que la enfermedad aparezca en la edad fértil contribuye a retrasar el diagnóstico. A menudo los síntomas que presentan no se toman en serio, y se interpretan como trastornos relacionados con cambios y modificaciones hormonales. El diagnóstico correcto puede tardar años. Detrás de esta sintomatología se pone la etiqueta de "enfermas quejosas". La medicina es esencialmente paternalista y tiene un patrón de comportamiento marcadamente masculino.

La desigualdad entre hombres y mujeres no es excepcional en medicina. De hecho a las mujeres se les ha tratado mayoritariamente los procesos fisiológicos y se han despreciado los patológicos.

La pregunta que hay que formularse, en relación a las enfermedades autoinmunes, es: ¿Por qué las mujeres?

Una pregunta que la ciencia no se plantea y por la que no hay una respuesta concreta. Y en cambio en la misma pregunta está implícita una parte de la respuesta: "la enfermedad autoinmune es predominantemente una enfermedad de género", o incluso se puede decir que es una enfermedad de la feminidad, o sea de la parte más sensible, delicada y hermosa de los seres humanos, y como tal ligada a las atribuciones propias de la feminidad. Una feminidad a la que no le resulta fácil poder expresar su identidad y encontrar su reconocimiento.

La enfermedad autoinmune está unida al dolor, al sufrimiento, al sacrificio, a la dureza, a la soledad, a la generosidad, el altruismo y el silencio, en un contexto único, como es la maternidad: el cuidado del hijo y por tanto de lo que es delicado, frágil, sensible y extraordinariamente bello, muy por encima de la propia auto-cuidado. Simbólicamente hacer nacer el nuevo es una actividad difícil, vanguardista, que choca con un conservadurismo que no tiene ninguna intención de permitirlo. Pero la enfermedad autoinmune es también una expresión del miedo, la opresión, la desconfianza y la intolerancia que conlleva la injusticia y la desigualdad en la que las mujeres, y la feminidad en general, están sometidas.

Hace dos millones y medio de años un antepasado nuestro se puso de pie. Los hombres se abocó a la externalización, las mujeres en la interiorización. La vida nos reclamaba en la unión, en la reunión, en la integración de las partes separadas, alejadas, desconocidas y extrañas. Pero esta reunificación no se realizó, el mundo se dividió y el poder legislativo, económico y político quedó en manos de los hombres.

¿Por qué matamos lo que es nuestro?

¿Por qué unos anticuerpos, que han sido seleccionados, atacan un órgano o un tejido de su propio organismo? ¿Por qué motivo se pierde la capacidad de distinguir entre lo propio y lo extraño?

¿Por qué matamos lo nuestro? Porque nos queremos desembarazar sin tener que rendir cuentas, porque ya no nos reconocemos, porque queremos matar lo que significa y por tanto el que evidencia de nosotros. Porque no soportamos lo que nos está diciendo. Tomados de un furor, de una alienación y de una violencia inconmensurable, matamos aquello de nosotros que no nos gusta, que no somos capaces de integrar; lo que no toleramos. Nos deshacen de lo que nos molesta, lo que nos cuestiona y lo hacemos para evitarnos el conflicto moral que nos obliga a tomar decisiones difíciles. Silenciamos "al enemigo", sin escuchar su mensaje. Nos negamos el diálogo.

Hay una obra de Albert Camus, el "Malentendido", que habla de lo absurdo, como una variante del existencialismo y en la que la búsqueda de un sentido a la vida está condenada al fracaso.

La obra cuenta la historia de un hombre que vuelve a casa, después de veinte años. Lo hace de manera anónima, escondiendo su identidad, con la ilusión de sorprender su familia. La madre y la hermana regentan un hostal y se dedican a robar y asesinar a sus huéspedes, bajo la presencia silenciosa de un viejo criado. A partir de la no identificación del hijo surge el malentendido. Este hijo, no reconocido, como propio, que llega cargado de buenas intenciones, es asesinado. Marta mata a su hermano y asume la naturaleza de su auto sin sentir ninguna culpa,

Tal vez la enfermedad autoinmune sea un malentendido. Un absurdo en el que nuestra naturaleza moral tiende a desvincularse del dolor, proyectando el mal en el otro: "haciéndolo extraño". Pero este extraño, también soy yo; me pertenece y el no reconocimiento conlleva una mutilación, una partición que me reporta al origen del dolor: la separación y el abandono de mi Dios -mi abandono- simbolizado en la expulsión del paraíso.

La negación –el no afrontar- del mal, y por tanto de este absurdo existencial que nos resulta, no sólo inexplicable, sino insoportable, es un intento de apaciguar y anular el dolor. Un dolor ancestral y universal, que nos debería hacer crecer, que nos debería hacer más libres y responsables, pero que en cambio nos genera miedo, culpa y castigo, y la respuesta a estas tres emociones es la construcción de un ser amoral no muy diferente de Marta.

Pero el malentendido contiene más información de la que se suele contemplar a simple vista:

• Bajo la apariencia de la bondad se falsea y oculta la -identidad- verdad-.

• Negándose a seguir el consejo de su mujer, pretende hacer el bien, desde la extrañeza. (Desde la anomalía).

• Hay una voluntad de violentar el orden establecido. Una entropía desorganizadora que resulta difícil de asimilar, que se identifica con el regreso victorioso del ausente. (Desgraciadamente idealizado tantas veces: el héroe, el príncipe...). "Conceptualmente expresa la idea de enfermedad".

• La perversidad del crimen no radica sólo en el acto de matar, sino en el nihilismo moral que la rodea y que imposibilita la asunción de una responsabilidad propia.

• En el silencio de Marta se añade el silencio del criado, cuando a la petición de ayuda por parte de María responde: No. Uno no que  ilustra el silencio del mundo.

• En este juego de espejos que representa la vida, a menudo lo que es extraño y lo que es propio intercambian sus roles.

Camus nos prepara para la venida de Eichman, y de todos los "Eichman", que defienden que la barbaridad es no cumplir las órdenes recibidas, e inaugura la filosofía amoral de la vida; una forma de renunciar a la responsabilidad, a la culpa y al castigo. En una sociedad donde los individuos son permanentemente exculpados, la medicina deviene un elemento clave. Nos resulta más fácil tomar y acabó con la vida del otro, del extraño, del diferente, del opuesto... de lo que nos incomoda o nos molesta, que dialogar. Es el eterno diálogo pendiente entre Caín y Abel.

La inmunidad en el siglo XXI

Hoy el sistema inmunitario no tiene que hacer frente únicamente a las agresiones biológicas, medibles en un espacio y tiempo concreto. La biología y el medio natural están cada vez más influidos y condicionados por el medio social. La "globalización" es imperial, impone modelos de comportamiento uniformes y homogéneas. La crisis crea una híper-reactividad inmediata, frente a enemigos invisibles. Cualquier estímulo desencadena una respuesta ultra defensiva y ultra agresiva. El incremento de la incidencia de enfermedad autoinmune recoge la sobre respuesta que se produce, en una sociedad con una baja capacidad de tolerancia, y en la que la Inteligencia claudica ante la subjetividad, no es un valor en alza. El estado es el administrador único de nuestra protección y seguridad.

La tolerancia.-

La tolerancia, en inmunidad, es la falta de respuesta del sistema inmune frente a un antígeno específico.

El sistema inmune no genera una respuesta, porque interpreta que ese antígeno no resultará perjudicial, o al menos no pondrá el organismo en un peligro grave. Adopta una especie de actitud expectante y contemplativa. La auto-tolerancia se produce cuando no hay reacción del sistema inmunitario ante antígenos del propio organismo y por lo tanto hay un reconocimiento de lo propio.

La respuesta inmunológica.-

 La función primordial del Sistema Inmunológico (SI) es el reconocimiento y mantenimiento de la integridad biológica del organismo como unidad y su defensa frente a las agresiones en forma de patógenos y toxinas.

La génesis de una respuesta inmunológica eficiente frente a antígenos extraños debe acompañarse de una regulación de la activación inmunológica para prevenir daños colaterales. La actividad reguladora evita tanto una respuesta inmunológica frente a antígenos propios, como una respuesta exagerada a patógenos y por lo tanto mantiene un cierto grado de tolerancia. El equilibrio se basa en el reconocimiento del antígeno extraño junto con la tolerancia ante lo que es propio. La frontera que separa lo que es propio del que no lo es no siempre -afortunadamente- es clara y nítida. Nosotros nos deleitamos -más que por las elecciones- por las respuestas fáciles. Pero la respuesta fácil es la que debe escoger sólo entre dos opciones? O más bien es la que nos permite escoger entre y en la diversidad? La dificultad nos hace más libres e indudablemente más sanos: o sea más íntegros.

¿Qué me es propio?

Los seres vivos se relacionan compitiendo y cooperando. Tanto una como la otra superan la individualidad, pero así como el objetivo de competir es imponerse -al extraño- el de la cooperación busca el bien común.
La homeostasis del SI debe mantener un estado de equilibrio en un entorno que está continuamente cambiando. Para ello actúa de manera coordinada con el sistema psico-neurológico y endocrino. Si el cerebro expresa la esencia de la identidad personal, el si le corresponde mantener la integridad orgánica y su interrelación con el medio, a través de un diálogo a tres bandas entre el sistema neurológico, endocrino e inmune. El SI, conjuntamente con el psico-neuro-endocrino forma una unidad funcional que actúa dando respuesta a los requerimientos internos y externos del entorno, las influencias psico-neuro-endocrinas son determinantes en la respuesta inmunológica y en la configuración de una identidad propia.